Con este lacrimógeno slogan, Master Card ha pretendido felicitar las fiestas navideñas. Para los que no tengan el inglés como uno de sus puntos fuertes, el slogan se puede traducir como "Pasar las navidades juntos: no tiene precio", curiosamente el verbo
to spend también puede traducirse por
gastar, con lo que la traducción bien podría ser "Gastar las navidades juntos: no tiene precio", curioso ¿no?
Bueno... debido básicamente a que me encontraba a unos 1.458 km de distancia (aproximadamente), no hemos podido pasar las navidades juntos como hubiese deseado el Señor Master Card.
Supongo que en España las navidades han sido básicamente como todos los años, a saber: seguramente Ramón García ha dado otra clase magistral de lo que es la docencia explicando la diferencia entre "ding dong" y "dooong" (si yo tuviese que hacer eso todos los años te juro que me tomaría tantas copas que iba a saber España la diferencia a base de hipos, eructos y ventosidades (¿ventosidades? me pones una camiseta rosa ceñida y soy toda una niña bien de Somosaguas)); probablemente tele 5 ha optado este año por introducir algo que a penas tenía su parrilla, es decir, otro reality, en el cual se ha podido ver a una familia "media" española(lo más probable es que el padre fuese un ex-convicto, la madre una ninfómana, el hermano mayor gay, el pequeño debería tener algún tipo de deficiencia y la hermana puede que tuviese el síndrome de Electra) cenando en un acogedor salón un 24 de Diciembre; quizás Cruz y Raya siguen luchando sin éxito para que nadie, cuando ve su especial, diga: "¿te acuerdas de las empanadillas de Encarna?"; tal vez Gallardón continúa poniendo sus particulares luces navideñas; seguro que ha habido esas adorables cenas de familia donde puedes tomar toda la cerveza, vino, cava (o champagne para catalanofóbicos), chupitos, copas sin que nadie de tu estirpe te recrimine por ello (como mucho tu abuela te habrá exhortado a que dejes el mal hábito del tabaco, sin saber que lo que realmente no va a llegar a los no serán tus pulmones sino tu hígado); con toda seguridad ha habido innumerables fiestas (macros o micros), con cotillón (si alguien sabe por qué cojones se llama cotillón a un matasuegras (si alguien sabe por qué cojones se llama (ufff estoy teniendo un deja vù) matasuegras a esa especie de... caracol elástico que no dude en decírmelo), unas tiras de papel enrollado y una trompetita que no dude en decírmelo (¿otro deja vù? ¿o son los paréntesis que no se acaban nunca?)) o sin él y desde luego con alcohol o con mucho alcohol...
Pues bien, mis navidades por la República Irlandesa han sido bastante tranquilas, el día 24 de Diciembre fue un día como cualquier otro (sin ningún tipo de dramatismo), si acaso eché un poco de menos las cañas que solemos tomar por "mi calle" hasta caernos redondos, y de esa manera poder empezar con la copas en el chiripa antes de que cada uno se encamine con sus respectivas familias. El 28 de Diciembre, bromas aparte, creo recordar que estuve paseando por Dublín "en busca de trabajo" (y cuando digo "en busca de trabajo" quiero decir en buscar de algún bar chulo desconocido).
El 31 de Diciembre me debatía, a eso de las cinco de la tarde, entre quedarme en casa y salir por ahí a ver que pasaba. Lógicamente opté por salir por ahí para ver que pasaba: me duché, me tomé una cerveza, me calcé el traje (por si en los pubs había algún tipo de problema en ir con vaqueros en tan señalada noche) y en el último momento decidí ponerme unos tirantes blancos que tengo (ya sabéis, por si todo el mundo iba con traje, para no estar tan... homogeneizado) (¿por qué tendré unos tirantes blancos?) y fui hacia el centro del la ciudad.
Pues bien, tardé un poco, pero después de prestar la suficiente atención me percaté de que nadie iba "con sus mejores galas", estuve tomando unas pintas en diferentes bares, a eso de las once me encamine hacia el lugar donde me habían dicho que había algo similar a la puerta del sol, pero al comprobar que había más gente en último bar que en las calles adyacentes de "la puerta del sol" decidí dirigir mis pasos hacia otro bar, hubo una cuenta atrás: ten, nine, eight, seven... one, happy new year!!! la verdad es que en ese momento sí que eché mucho de menos tener a alguien al que abrazar (y que te abrace) pero poco después recibí una llamada que me hizo sentir... ¿abrazado? (sólo por esa llamada ya puedo decir que 2007 ha estado bien). Después de eso le dije al camarero: "a happy new year and a pint of heineken, please", y o existía un chupito que se llamaba "a happy new year" o no se qué demonios entendió porque me trajo la pinta de Heineken y el mencionado chupito, como ya iba demasiado borracho como para decir nada le pagué (unos 11 € en total) y me tomé las dos cosas tan a gusto. Después de eso otras dos conversaciones intrascendentales a propósito de mi traje con tirantes, otra cerveza, y un largo camino a casa pensando que me deparará 2007...
P.D.: mi regalo de reyes fue que he encontrado trabajo, pero esa historia la contaré otro día, mañana quizás.