viernes, 23 de febrero de 2007

Nasdrovia

Si es que hay que explicarlo todo...

Estamos en el camino otra vez porque el último martes ha sido la primera vez que hemos estado los compañeros de piso viviendo juntos, y eso que llevamos tres meses viviendo en la misma casa (pero no es exactamente lo mismo). Desde luego el culpable de esta fraternidad debemos agradecérsela, como casi siempre, a nuestro viejo amigo alcohol y a nuestra amiga María.
Aunque el alcohol es un viejo amigo, está vez se disfrazó como una botella de vodka de cranberries (hacer alguna broma con Dolores O'Riordan sería demasiado obvia) que se tomaba a base de chupitos y de otra botella (que sólo Dios sabe lo que había dentro) pero que tenía el gusto a manzanilla que, por supuesto, también se tomaba a palo seco.
Pero en cualquier reunión de este tiempo siempre, siempre, siempre tiene que haber alguien que no beba, en nuestro caso, son los nativos de las islas Mauricio, debido a que pertenecen a la religión musulmana no pueden probar ni una sola gota de alcohol (me pregunto si podrán comer un bombón de licor) si lo que quieren es tener abiertas las puertas del cielo por toda la eternidad. Pero, como Dios aprieta pero no ahoga, su religión no dice nada de darle al canuto, por lo que se bajaron una cachimba y estuvieron entretenidos con ella a lo largo de la velada.

Y como nunca, nunca, nunca debe uno irse a la cama sin aprender algo nuevo, ese día, me enseñaron una nueva palabra: nasdrovia, cuyo significado es como el título de aquella canción que hablaba de las cosas por las que uno puede brindar; salud.

El sábado, si el tiempo y la autoridad, militar por supuesto (no podía dejar pasar esta fecha sin hacerles un guiño a los nostálgicos de aquella larga jornada de 1981), lo permiten volveré a ver a aquella muchacha que conocí cenando en un restaurante hindú, ¿podré aprender algo nuevo ese día?

miércoles, 21 de febrero de 2007

On the road again

Yo sé por qué me lo digo...
Como diría ese personaje de dibujos animados "eso es todo amigos".

martes, 13 de febrero de 2007

Y fue devorado por vagabundos y borrachos

No sé muy bien por qué he escogido este título para hablar del amor, tal vez la razón se pueda encontrar hace como mil años atrás, cuando un perfume me enamoró, literalmente hablando, lo triste fue cuando el perfume se fue desvaneciendo y sólo quedo una inodora persona a la que oler (o a la que amar), pero eso sería otra historia...
Y quizás el motivo que me ha hecho recordar todos esos olores sea que un martes y trece (curiosa fecha) en vísperas de San Valentín (otra fecha curiosa) volviese encontrar el amor (en mi caso es el perfume) en la suave y linda piel de una camarera del trabajo.

No seré de esa clase de personas que dicen que no creen en el amor porque, sería tan estúpido como decir que no creo en la ira, en la empatía, en el odio, en la esperanza, en el miedo, en la alegría, en la rabia, etc., sentimientos que, sin lugar a dudas, están en nuestra vida cotidiana (o por lo menos, cualquiera ha experimentado alguna vez en su vida). Pero sí que seré de esa clase de personas que dicen que las personas se equivocan si intentan encontrar el amor en una relación (y mucho menos en una relación durante un largo período de tiempo), e intentaré explicar por qué...
Lo primero que me gustaría decir es qué es para mi el amor, puesto que si no nos podemos de acuerdo en la definición, difícilmente nos pondremos de acuerdo en donde podemos "buscarlo". En mi opinión el amor es ese sentimiento que nos permite hacer cualquier cosa por una persona pero con la condición que no nos importe que nadie, ni siquiera esa persona, sepa todas las cosas hermosas que hemos hecho por ella.
Y por otro lado tenemos las relaciones de pareja... mucha gente que lleva con una pareja cierto tiempo afirma que el secreto del triunfo de una relación es el compromiso (en sentido amplio) y el equilibrio. Con el compromiso, es decir, que cuando decimos que vamos a hacer algo, lo hagamos, se consigue evitar el desengaño (sentimiento que desemboca en la desilusión y de ahí fluye lentamente hasta el mar de la apatía, lugar que ninguna relación quiere visitar) y con el equilibrio, es decir, que las decisiones se tomen en común y que ambos cedan un poco en sus posturas para llegar a un punto de encuentro, se consigue una convivencia tranquila (o por lo menos negociada).

Pues bien... si estamos de acuerdo en cómo he definido el amor y en cómo he descrito la manera en que una relación llegue a buen puerto, entonces nadie podrá decirme que estoy equivocado cuando digo que el amor y las relaciones son incompatibles, o incluso antagónicas. E intentaré explicarme... creo que nadie se compromete (ya digo que en sentido amplio) por amor, las personas dicen lo de "en la salud y en la enfermedad" no porque estén enamorados y quieran compartir la enfermedad de su pareja, si no porque están acojonados y lo que quieren es que su pareja se comprometa a pasar tú enfermedad para, de ese modo, tener un poco más de tranquilidad y un poco menos de miedo. Y lo de la búsqueda del equilibrio es lo que más me gusta, eso de "hoy vemos el fútbol, pero mañana vamos con tus amigas", está a años luz de ese sentimiento incondicional, altruista e incluso secreto que he mencionado antes llamado amor, es más bien como un mercado persa, es como decir que para ser los dos felices no pueden hacer lo que realmente quieren hacer de forma individual porque de esa manera nunca se conseguiría el ansiado equilibrio, lo que me recuerda a una colonia de hormigas, es decir, la felicidad de la colonia no implica la felicidad de todos sus individuos, por lo que cabría preguntarse: si una pareja feliz es aquella en que ambos integrantes han renunciado a su felicidad individual...

Si alguien se pregunta donde buscar el amor en lugar de en una relación, podría decirles que en cada pétalo de cada flor, y que cada sonrisa de cada niño, pero mi respuesta es otra: no tengo ni la más remota idea, yo estoy en Dublín...

domingo, 4 de febrero de 2007

Lo único constante es el cambio

Últimamente parece que nos están bombardeando con noticias sobre el cambio climático, al menos en medios ingleses (es que ahora leo The Times o The Guardian, sólo me falta un bombín y un paraguas, siempre perfectamente cerrado, para convertirme en un altivo gentleman), que si la temperatura subirá unos 4º C en los próximos 100 años, que si el nivel del mar puede llegar a ascender a 20 centímetros (y 20 centímetros, uno detrás de otro, son muchos centímetros, aunque seguro que aparece alguno diciendo que a él le sobran tres o cuatro...), que si todos esos problemas serán agravados por fenómenos como El niño, que si fenómenos extremos (inundaciones, sequías, huracanes, etc.) serán cada vez más frecuentes, en fin... todo un sin fin de noticias sobre el aciago y oscuro futuro que nos espera. Menos mal que he leído una noticia tranquilizadora, y es que, el gobierno estadounidense ya ha pensado en una solución para evitar el calentamiento global del planeta: se les ha ocurrido construir gigantescos espejos para colocarlos en el espacio y, de este modo, reflejar "algunos" rayos de sol, consiguiendo un "enfriamiento" del planeta.
Ufff... desde luego a "grandes problemas, grandes soluciones", no se les ha ocurrido dejar de emitir los gases que provocan el efecto invernadero porque de esa manera su economía dejaría de crecer un 0.1%, si no que prefieren un invento "ingenioso". Lo que me recuerda una historia que me contaron hace algún tiempo:

Al parecer, en la década de los 60, en plena guerra fría, en medio de la carrera espacial (uno de los juegos de "a ver quién escupe más lejos" más caros de la historia), Estados Unidos estaba ciertamente preocupado por cual sería el artilugio que usarían sus astronautas para tomar notas en el espacio, ya que, al encontrarse en gravedad cero un bolígrafo no podría escribir, por la sencilla razón que la tinta nunca podría descender. Se gastaron, literalmente, millones de dólares en buscar un invento revolucionario con el tamaño adecuado que permitiese hacer descender la tinta en gravedad cero y, cuando estaban a punto de tirar la toalla, descubrieron que los astronautas rusos hacía años que estaban utilizando lapiceros.
Existe una teoría, denominada la navaja de Occam, que nos dice que "en igualdad de condiciones, la solución más sencilla es probablemente la correcta", se ha aplicado con existo en campos como la lógica, la economía, la lingüística, la teología o la informática, lo que me lleva a cuestionarme ¿se podrá utilizar también en la vida?