lunes, 9 de abril de 2007

No, no creo

No sé si fue el Jueves Santo, no sé si fue algo que dije, no sé si fue la casualidad pero, tres personas distintas, en tres lugares diferentes, en medio de tres conversaciones dispares me hicieron la misma pregunta: tú eres muy religioso, ¿verdad? Y, al igual que hizo San Pedro, negué por tres veces la iglesia con la que crecí, la religión con la que viví y las creencias que algún día sentí.

Fue bastante sencillo para mi negar la iglesia, entendiendo "iglesia" como: esa estructura política que, aunque insistan en decir que sus asuntos son de otro mundo, mira que opinan sobre los de éste; con esa organización interna, cuyo único objetivo no es tanto anunciar la palabra de Dios si no la no desaparición; y con tanto poder, que siendo malo por sí mismo porque a la larga (y empezaron hace casi 2000 años) el poder corrompe, si le añadimos la influencia que tiene la iglesia en la gente, la ecuación se vuelve espeluznante.

Debido a este cierto sentimiento revolucionario que tengo fue relativamente sencillo negar la religión, entendiendo "religión" como todo aquel conjunto de normas, ya sean divinas o humanas, que debemos cumplir para ser "buenos" integrantes de la Iglesia Católica. Personalmente, me fío más de mi propio criterio para saber lo que está bien o lo que está mal, que en el criterio de un desconocido sacerdote, de un desconocido escritor o de un desconocido Dios. Y mirándolo con perspectiva, a la humanidad le ha ido bastante mejor cuando ha empezado a escribir sus propias normas, que cuando escuchaba los caprichos de un lejano Dios.

Es algo más complicado negar las creencias, entendiendo por "creencias" cualquier tipo de esperanza que tengamos porque esta vida no se acabe cuando se acabe: ya sea yendo al cielo (o al infierno), ya sea reencarnándonos en un príncipe (o en el más bajo de los gusanos) o ya sea la transformación de mi cuerpo en "otra energía". Pero, en mi opinión lo único que está claro es que dejaremos de existir, si después vamos al cielo, nos reencarnamos o nos convertimos en energía (que no, no lo creo) seremos otra cosa, ya no seré "yo", lo que convierte al cielo en un lugar que, literalmente, "yo" nunca conoceré, es decir, es como aquella bonita frase que dice: "recuerda que alguna vez formaste parte de una estrella", científicamente hablando, si la teoría del Big Bang es más o menos correcta, y si es cierto que "la energía ni se crea ni se destruye, se transforma", está claro que todos los átomos que componen "todo mi ser" estuvieron en una estrella hace tiempo, lo que puede interpretarse como algo relativamente romántico, pero la verdad es que son palabras vacías porque "yo" realmente nunca estuve allí.